Por Juan Monserrat Castillo Molina
En política pocas veces se puede hablar de un “día histórico” sin caer en la exageración. Sin embargo, lo ocurrido en Tamaulipas con la renovación total del Poder Judicial sí merece ese adjetivo. En una sola jornada, bajo la conducción del Congreso local y con la presencia del gobernador Américo Villarreal, el Estado se convirtió en pionero nacional al elegir —con voto ciudadano de por medio— a la totalidad de magistrados y jueces que darán rumbo a la justicia en los próximos años.
El cambio no es menor: diez magistraturas de número, una supernumeraria, tres regionales, cinco del Tribunal de Disciplina Judicial, 108 jueces de primera instancia y 20 jueces menores. Un tablero completo renovado de golpe, algo inédito en la vida institucional mexicana.
En ese contexto, la alcaldesa de Nuevo Laredo, Carmen Lilia Canturosas, no se guardó las palabras: “Hoy es un día que marca un hito en la historia de nuestra entidad; somos el primer Estado en democratizar su poder judicial…”. Su afirmación puede sonar a retórica política, pero lo cierto es que el acto sí proyecta un nuevo pacto de confianza entre la sociedad y quienes deberán impartir justicia.
Además, la designación de Tania Contreras López como presidenta del Supremo Tribunal de Justicia trae consigo una lectura adicional: el avance de las mujeres en la toma de decisiones clave. No es solamente la llegada de una magistrada a la cúspide judicial, sino la representación de una ola que empuja hacia la inclusión y la paridad en un ámbito históricamente reservado para varones.
Por supuesto, los retos apenas comienzan. Renovar no es sinónimo de transformar, y democratizar tampoco garantiza, por sí mismo, justicia pronta y expedita. El verdadero examen empezará cuando los ciudadanos pongan a prueba este nuevo sistema y midan si la legalidad, la eficiencia y la transparencia dejan de ser discurso para convertirse en práctica cotidiana.
Canturosas lo resumió con un llamado claro: magistrados y jueces deben honrar la confianza depositada en ellos. En buen castellano: que la historia no se quede en ceremonia, sino que se escriba en tribunales, sentencias y resoluciones que dignifiquen al Poder Judicial.
Hoy Tamaulipas presume ser el primero en democratizar su justicia. El tiempo dirá si ese orgullo se convierte en un verdadero legado o si se desvanece en la larga lista de reformas que prometieron mucho y cumplieron poco.